29 de septiembre de 2008

Textos

Trabajo, y ánimo del color del cielo, del gris del tiempo---

Imposibilidad de pensar, y de comprender la no necesidad de pensar---
Propulsión a chorro del carácter obsesivo---
Necesidad de escribir/lo para engañar a la química defectuosa---
Necesidad de no perder el tiempo, que no sobra. Paseemos.

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¿De dónde sacará el sujeto, M. Fernández Enguita, sociólogo, tanta mala baba? ¿Qué sentido tiene, en un país que no esté enoloquecido, ridiculizar a los maestros/profesores?:


He citado por extenso (el texto entero, con el título de "Viaje intergaláctico sin piloto" (ahí es nada!), aparece en el nº 3798, 25/09/08, de la revista Escuela; también está en su página personal: http://www.enguita.info/), he citado, digo, porque (también) la infamia, la calumnia, aun la mala fe del salaud que diría Sartre tienen que ser historiadas (descriptas). También he marcado las expresiones del más acendrado estalinismo de bolsillo. Porque no es estalinismo del duro (por ahora), sino chulesca necedad de un prepotente que puede permitirse insultar/burlarse sin hacer distingos. Él mismo se contradice, con la hermosa "Más en ella se defienden de ella". No ha de importarle. Pero a mí sí: pues a las generalizaciones (voilá le stalinisme) hay que responderles: Datos, hechos, pruebas! Rigor hay que exigirles a los de la mala leche! Desprecio hay que darles si las respuestas no convencen. Pues yo no me reconozco culpable, y menos ante la moda sociológica! Por lo menos Internet, por ahora, permite responder.
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¿Por qué esta afición a hundirse, la adoración en carne viva del fénix?
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Nada es sin angustia, sin el sabor de la angustia en la garganta.
Al soberbio, ¿le cabe un conocimiento? La ciencia, sí; pero yo no hablo de la ciencia sino del corazón---

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