Algunos enfermos han perdido la capacidad de inducir: de romper el círculo de sus experiencias desgraciadas mandando la
cura (el cuidado) al infierno. No disfrutan de la angustia, sino que ya viven de ella. Son pobres, y ocultos escriben en su rincón. También a ellos les gusta ser vistos, no te vayas a creer.
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