Tañen lentas las campanas, llamando a los que son capaces de apreciar -para ellos todavía- la hora inexacta: los relojes, incomprensibles para los vivos, si no es su convención de cortar la caída de la arena y concederle números, fijan un instante objetivo comprensible solamente para ellos, los otros: los reducidos a sombra, de silentes logoi.
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