Gracias a unas portentosas facultades que la naturaleza le había concedido, y que él, por su parte, llevaba cultivando desde hacía muchísimos años, no fuera a pensarse que con su falta de esfuerzo hacía consciente y culposo menoscabo de sus prendas, gracias a lo innato y a lo adquirido mi hombre lograba airosamente parecer tonto en cada una de las situaciones en que debía establecer una relación con las gentes.
[Ojo! No es que pareciera tímido, que es una apreciación que se concede en sociedad al joven falto de mundo, sospechándole con motivo o sin él posibilidades de ingenio y savoir faire futuro. No. A causa de sus años, pues había dejado de ser joven, las maneras desmañadas que se gastaba no dejaban a nadie ya en la duda.]
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