20 de julio de 2008

Areté

Consideraba fascinante la eterna preocupación de los fanáticos de todas las creencias por combatir el ateísmo.

Lo sofisticado de la receta: creencia = pureza.

El descaro: porque la ecuación depende del dogma del valor primero de lo irracional.

Antilustración pura y dura.

A ver si me aclaro, decía: ¿que la bondad instaurable en el mundo va a depender de un objeto invisible? ¿La verdad práctica, del engaño?

Entonces se dice que venteaba a un lado y al otro, temiendo futuros fuegos.

[Poco podía satisfacerle más que el modo de vida de la civitas americana: porque no se sabía nunca si era el Estado el que se separaba de los derechos de la religión, o si era esta última la que se apartaba del Estado para favorecer los derechos de éste. En el abismo entre ellas estaba la libertad posible.]

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