Consideraba fascinante la eterna preocupación de los fanáticos de todas las creencias por combatir el ateísmo.
Lo sofisticado de la receta: creencia = pureza.
El descaro: porque la ecuación depende del dogma del valor primero de lo irracional.
Antilustración pura y dura.
A ver si me aclaro, decía: ¿que la bondad instaurable en el mundo va a depender de un objeto invisible? ¿La verdad práctica, del engaño?
Entonces se dice que venteaba a un lado y al otro, temiendo futuros fuegos.
[Poco podía satisfacerle más que el modo de vida de la civitas americana: porque no se sabía nunca si era el Estado el que se separaba de los derechos de la religión, o si era esta última la que se apartaba del Estado para favorecer los derechos de éste. En el abismo entre ellas estaba la libertad posible.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario