Burocracia, burocracia, más burocracia---
Se mantiene la ficción de creer en los reglamentos, contra todo sentido común, sirviéndose de un lenguaje abstruso inventado, se mantiene la ficción de querer imponer las leyes y pretender obedecerlas---
Hablar, hablar, hablar más---
Para llegar a ningún sitio---
Y esta tarde, además, sin música (ni Bill Evans, ni Jimmy Smith, ni Lennie Tristano, ni Kenney Burrell)---
Sin jazz: es decir, sin nada---
Torpe, incapaz de entender correctamente las sabias opiniones de César Nombela acerca de la relación (perentoria) entre las posibilidades científico-técnicas de la biología y los valores morales---
Aunque sospeche, algunas veces, de la falsedad de las pretensiones de una "ética científica": que no es una ética formalizada, no, sino lo que opinan los científicos acerca de lo que debe ser---
Y aquí está la trampa: en la conquista científica de un territorio que siempre le fue ajeno, el del deber ser, contra su amada neutralidad confesa---
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Película:
Sólo para hombres, de Fernando Fernán Gómez, 1960. Adaptación de la obra de Miguel Mihura Sublime decisión.
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