La idea de querer tener razón a toda costa, de vencer sin esfuerzo (como el ideal del mejor de los casos), desarmando dialécticamente al adversario, el orgullo por formar parte del bando ganador, o del que habrá de resarcirse de pasadas derrotas, todo esto es lo más antifilosófico que existe.
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No debe haber ninguna justificación última para ninguna de las posiciones, y mucho menos se tiene que pensar en fijar la argumentación en la ventaja utilitaria---
Bastaría, quizás sea mucho y quizás no sea ya tiempo, recuperar el método del análisis lingüístico: coger ese cuchillo cautorio por mor de ver las contradicciones, y entonces cortar y ser paciente---
Sin pretender, después del corte, haber ganado nada---
Solamente no seguir perdiendo---
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