6 de octubre de 2007

Errores peligrosos

«Se trata de lograr competencia social para, haciendo una correcta interpretación ética, saber diferenciar con rapidez y precisión de respuesta lo conveniente de lo que no lo es, el afecto y el desafecto, lo prudente y lo imprudente...» (Rosario Ortega, Catedrática de Psicología, en Escuela, nº 3758, 27 de septiembre de 2007)
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Justamente en esto no puede residir la moralidad, en este como vértigo irreflexivo que:

a) Convierte el saber ante y antes de la acción en un automatismo lógico.

b) Hace desaparecer la duda, y por ello el momento de la voluntad libre.

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Recuerde el lector que los hombre libres, dueños de la ciudad porque han fijado la amistad en reglas justas que conoce -que se conocen en- un lenguaje recto, tienen la prudencia y los ejemplos anteriores como el cimiento y criterio de la virtud. Un ánimo grande, en verdad, que ha desaparecido de la cita cátedra.

Obsérvese que se pone como resultado de la acción moral lo que son sus condiciones---

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NOTA: No olvidar nunca que se deben contextualizar las citas. Leer el trabajo del que se ha entresacado, en Cuadernos de Pedagogía (¿de julio-agosto?)

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