" —Cállate. Tú no sabes lo que eres.
Ahora sí lo sé. Soy un depresivo. Un hombre concebido sin duda en una noche de nubes bajas. Un hombre con cien corazones sufriendo, que un día creyó que sus adjetivos eran tigres y ahora comprende que eran moscas. Un hijo de padre afectivo e inestable, de madre fuerte, pero situada a la defensiva. Con cuatro hermanos distintos y distantes. Un hombre nacido en un pueblo solitario, azotado por el viento, que sufrió en un Seminario, porque una bombilla le danzaba delante de las cejas. Que sufrió al despertar al amor, porque no estaba preparado para tal acontecimiento. Que sufrió en la guerra, porque con sólo dieciocho años lo obligaron a juzgar y a disparar. Que no entiende nada de cuanto ocurre, de cuanto es. Incapaz de representarse la Nada y al que sólo satisfaría lo Absoluto. Condenado a flotar entre estos dos extremos, con el reloj parado. Que tiene la constante sensación de que una hormiga roja le entra por una oreja y le sale por la otra. Que se siente a sí mismo invierno. Que siente el invierno en la columna vertebral." (J. Mª Gironella, Los fantasmas de mi cerebro, Planeta, 1982, p. 70)
No hay comentarios:
Publicar un comentario