31 de agosto de 2010

Georges Perec

Las cosas, terminado. Texto magnífico, desencantado, demoledor.

Pero no es el consumo, sino la producción lo que determina la existencia de la pareja de jóvenes pequeñoburgueses del libro de Perec. El consumismo es su razón práctica: a sus ojos la naturaleza solamente existe como disponibilidad o como industria, como algo susceptible de aprovechamiento y ostentación social diferenciadora.

Esta concepción productivista de la naturaleza y la existencia en general, en que cualquier cosa no se justifica de otra manera que como materia transformable para su acaparamiento y mostración, debe finalmente sacar de quicio a una inteligencia que no esté completamente dormida. En este círculo infernal de acumulación de objetos, de búsqueda de objetos para incrementar la acumulación y deshacer el aburrimiento que provocan los objetos tenidos, esta misma inteligencia logrará saber: a) que la primera materia que se transforma es su propio tiempo, i. e., la vida del sujeto que produce y consume; b) que un modo contemplativo será más gratificante tanto para el sujeto como para el mundo existente, sin necesidad de los objetos, i. e., las proyecciones o mediaciones que únicamente generan desencuentro (de la verdad o la felicidad).

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