Quien vive saboreando, regustando el miedo, no tiene por qué ser un cobarde exactamente. Puede que le haya cobrado aprecio a su sentir.
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Nada que ver: Sebald como crítico adolece de lo que todos: condena subjetivamente (en alguna ocasión, ojo!). Si esto es inevitable, si el juicio sobre la obra ajena ha de ejercerse con los sagrados derechos del p. de v., o sea desde lo menos sagrado, mejor estarse quietos---
Un ej.: Broch como practicante de lo que denuncia teóricamente, del kitsch. No he leído mucho de Hermann (mis alumnos se refieren a Descartes como René), pero lo poco que recuerdo de tiempo ha (ensayos en Seix Barral, ¿puede ser?) no me dejaba ni frío ni caliente. Un psch o dos y ya está y a otra cosa (de muerte de Virgilio, nada). Ahora bien: ¿no cabe una cita irónica del kitsch? ¿No cabe hablar del mal a quien lo condena? ¿Hemos de creer en la superstición de que nombrar la bicha es atraerla, y que con el silencio la exorcizamos?
Pero que nada que ver esto con lo anterior, que fue por lo que me senté aquí a confesar.
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