«Yo creo, sí, que soy candidato; pero lo soy sin fe y sin respeto. Y esto lo digo ahora, cuando ello puede hacer que se me retraigan todos los votos.
No me importa nada. Nosotros no vamos a ir a disputar a los habituales los restos desabridos de un banquete sucio.
Nuestro sitio está fuera, aunque tal vez transitemos, de paso, por el otro. Nuestro sitio está al aire libre, bajo la noche clara, arma al brazo, y en lo alto, las estrellas, Que sigan los demás con sus festines. Nosotros fuera, en vigilancia tensa, fervorosa y segura, ya presentimos el amanecer en la alegría de nuestras entrañas.»
Lo malo de los pronunciamientos poéticos protofascistas (la Falange no llegó al poder) es que su desdén hacia el carácter circunstancial de la política, en aras de una noche de luna y con estrellas (pero estas luces se estorban), a la espera de un sol y un esplendor en pocas horas, existencial, patriótico, es que se prestan a un uso circunstancial por parte de los que entienden la política (¿aquí hay banderas?) según la inercia de un poder que no quiere cambiar de manos (tradición social o clase política, es casi igual).
Por favor, hágase la genealogía de la clase política actual, a ver si no hay que destruir las ideas a martillazos a causa de la falsedad de la boca que las dice. ¿En todo soldado hay un San Pablo?---
1 comentario:
"mitad monje,mitad soldado"
anónimo dijo..
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