30 de agosto de 2010

Sintomático, II

Informa Paul Preston de que J. A. P. de R., en los descansos de sus visitas (tenía manga bastante ancha) y planes golpistas jugaba al fútbol en la cárcel (ya no recuerdo si en la Modelo de Madrid, o Alicante, donde finalmente le trasladaron). De delantero centro. Un señor, por otra parte: parece que deshizo un intento de asesinar a Largo Caballero cuando éste visitó en el hospital a su mujer moribunda. 1936.

1 comentario:

Anónimo dijo...

UN TEXTO POÉTICO OLVIDADO
»Yo creo que está alzada la bandera
Ahora vamos a defenderla alegremente, poéticamente. Porque hay algunos que frente a la marcha de la revolución creen que para aunar voluntades conviene ofrecer las soluciones más tibias; creen que se debe ocultar en la propaganda todo lo que pueda despertar una emoción o señalar una actitud enérgica y extrema. ¡Qué equivocación!
A los pueblos no los han movido nunca más que los poetas, y ¡ay del que no sepa levantar, frente a la poesía que destruye, la poesía que promete!

»En un movimiento poético, nosotros levantaremos
este fervoroso afán de España;
nosotros nos sacrificaremos; nosotros renunciaremos,
y de nosotros será el triunfo, triunfo que ¿para qué os lo voy a decir? no vamos a lograr en las elecciones próximas. En estas elecciones votad lo que os parezca menos malo. Pero no saldrá de ahí vuestra España,
ni está ahí nuestro marco.
Esa es una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa. No está ahí nuestro sitio.
Yo creo, sí, que soy candidato; pero lo soy sin fe y sin respeto. Y esto lo digo ahora, cuando ello puede hacer que se me retraigan todos los votos.
No me importa nada. Nosotros no vamos a ir a disputar a los habituales los restos desabridos de un banquete sucio.
Nuestro sitio está fuera, aunque tal vez transitemos, de paso, por el otro. Nuestro sitio está al aire libre, bajo la noche clara, arma al brazo, y en lo alto, las estrellas, Que sigan los demás con sus festines. Nosotros fuera, en vigilancia tensa, fervorosa y segura, ya presentimos el amanecer en la alegría de nuestras entrañas.»