Los ciudadanos del bienestar, antes proletarios, han introyectado los mandatos de la sagrada religión y la política ancien régime. Aplauden como el mayor progreso que todos estemos controlados por todos. Afortunadamente ya no hay inquisición ni fascistas, se dicen. No hay nadie capaz de admirarse de tanta estupidez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario