Otro grandioso maestro pero que no dio ni una salvo alentar a jóvenes seguidores a que pensaran, calcularan y dedujeran, fue Platón. Vivió desde el 428 hasta el 347. Naturalmente tuvo un gran maestro, Sócrates, que junto con Jesucristo y Buda, quizá fueron los hombres más famosos e influyentes de la historia que no han dejado escrita ni una palabra. A Platón le dio por decir que el mundo material era un reflejo imperfecto del mundo ideal creado sin mácula ni irregularidad alguna. Grecia era una democracia y en tal sistema político y social se puede decir lo que se quiera, así que ningún problema, salvo que la conclusión que extraía de semejante hallazgo era que todas las propiedades de ese universo ideal, que era el que interesaba de verdad, se podían descubrir empleando sólo la razón. La observación, decía Platón, era mala consejera, porque sólo nos daría información sobre lo impuro e imperfecto. Menos mal que sus estudiantes no le hicieron mucho caso en eso y sí en otras cosas grandiosas que les enseñó, por ejemplo a pensar por sí mismos mucho y bien. (M. Lozano Leyva, El cosmos en la palma de la mano, DeBolsillo, 2009, p. 176)
Así, con desparpajo. Y, si hace falta, re-tin-tín.
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