14 de agosto de 2010

Algo se obtendría

Si aprendiéramos a volvernos indiferentes hacia nosotros mismos (si se nos concediera por milagro ese santo saber), del mismo modo en que, resueltamente, nos hemos vuelto indiferentes a las acciones y los pensamientos de los  demás. Si nos diera igual este pathos enfermo que amenaza con destruirnos, pero sin renunciar a la espontaneidad que juega... Disolver el cálculo, ganar la alegría...

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