El cerebro es un espacio que demanda una parte para sus manías: sus juegos circulares, retornantes, sus laberintos enfermizos---
Sueña de día -pensemos- lo que no acaba de liberar por la noche---
Realmente, en los peores momentos, se pueden llegar a percibir las "moradas" del yo: no como un ascenso místico, sino como la reiteración del pecado -en todo caso.
Igual no es mala idea: el mal se basa en la repetición; en la novedad imposible, en la creación que ya nace muerta, o descreída---
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