No sé si ya he reproducido esta anotación del 18 de agosto de 2006:
¿Por qué resultan o acaban pareciendo tan irritantes las memorias intelectuales de los intelectuales españoles? Funciona quizás el reflejo aprendido -condicionado por un criterio correcto de una educación correcta, casi una teología del progreso- del yo/nosotros en la verdad contra el mundo: la superestructura ideológica dictatorial generando a su vez una forma especular invertida, nacionalcatolicismo vs. socialcatolicismo, la verdad puesta en las bocas, en su grito, la mano preparada para la bofetada. Cuánto daño la dialéctica de los puños y las pistolas!: no es exclusivo del país, ni mucho menos. Representa la parte más canalla de un siglo ideológicamente canalla, ensangrentado a golpes de tribu y salvación histórica. Mi duda no va por ahí, sino a la busca de un argumento que me pareciera verosímil acerca de la tentación picaresca de toda autobiografía española (borracheras, tropiezos minúsculos -no siempre- con la autoridad, encerronas en campo de delincuentes), como se muestra en Caballero Bonald. La "costumbre de vivir", ¿no representará la forma irreflexionada de un carácter que se lanza al mundo con la belleza por bandera o pretensión, a la manera de una máscara de bíblica inocencia? Sólo que después del Edén no nos podemos permitir la tranquilidad, y sí la contemplación en el espejo de las briznas de sudor, continuadas en la frente (pues todos los días hay que ir a trabajar): en tu espejo, en tu conciencia por la noche o siempre. De donde, posiblemente, la impresión de culpa -enfermedad o desesperación- que atenaza a W. Gombrowicz (Diario); al contrario, las partes discursivas de la "costumbre de vivir" se antojan -aunque éste no sea un saber demostrado- la fachada de prestigio, el escudo que ennoblece la casa, no demasiado antigua: aunque esas notas intercaladas, digresivas, contengan la exacta verdad; justamente eso: contienen la mera verdad, separable, abstracta, de fuera del recuerdo vivido, si éste pudiese copiar de alguna manera la vida vivida.
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Le quitaría el aire de enfado, pero me quedaría con lo sustancial del contenido. Albox, 1 de agosto de 2007.
Y no me imaginaba hace un año que un año después esta cuestión me podía importar, académicamente hablando, o como haya que hablar.
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¿Cuándo, por cierto, es el tiempo de imaginar, o de no-imaginar?
R.: Su tiempo es su espacio inventado: un sueño y, muy en el límite, el mundo. Si razón es -aprox.- fantasía (Ortega dixit).
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