11 de julio de 2007

Perelman

Cuántas veces, en los días alegres de nuestra mocedad añorada e irresponsable escuchamos al maestro referirse a la situación ideal de habla, a una comunidad de comunicación ideal---

Esa maravilla podría reunir la más creativa individualidad con la fraternidad más justa y sincera. Un joven tenía que impresionarse con esto: la ciudad le concedía el tesoro del hen kai pan. Las puertas estaban abiertas para él y no tenía que esperar---

***

En la isla era la claridad plena del conocimiento: evidente, perfecto y silencioso. Los más eran enviados al mar y la muerte, a ver si lograban sobrevivir entre las tempestades de la pasión irrazonable.

Kant lo intuyó (conocía el mal y quería el bien), pero esperaba la realización de la verdad de parte del objeto, confiando en el ajuste del mismo juicio subjetivo que se había proclamado rey matemático de la creación. En tanto utopía carente de ese nombre se limitó a la modestia del postulado, a la condición de ideal racional, un acto de fe para los siglos venideros---

El Tratado de Perelman sitúa en la voz particular la petición del ideal: el particular se dirige en su conciencia a lo universal, a un aditorio sin límites---

1 comentario:

Egoficción dijo...

Una comunidad ideal de habla es también, y este es su romántico y juvenil atractivo, unas exigencias éticas y epistemológicas 'acabadas' y autofundantes (felicidad y conciencia de Dios en Nosotros). ¿No es más honrado admitir que la comunidad ideal es deseable sólo desde la disolución de esas monstruosas exigencias , para quedar así convertida en un inmenso poema disolutorio -hei kai pan?