24 de julio de 2007

Autoficción

: hipertexto de un discurso fingido por un autor real.

La fotografía, vieja de un siglo, de la plaza despoblada por uno de sus lados, envuelve la conciencia presente que se figura lo que puede ser (lo que podría haber sido) la conversación entre gentes (en los portales, huyendo del calor) que ignoran todo aquello que no les es lo más cercano.

Una tal proyección pasada (y, en el pasado, futura) de su renuncia no le tiene que agradar como contenido (auto)biográfico. Porque lo que escucha y lo que ve, sea comprendido o perdido, se le convierte en materia externa -humo y sombra- al observador de los sucesos: distanciado, irónico o desesperado.

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Forma ausente de sí misma: el abandono y la gracia que caen levemente sobre el mundo---

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El proyecto neorromántico de Mallarmé barajaba sus fragmentos de mundo ante el auditorio que pagaba: uno de sus fragmentos debía especificar cómo debía suceder esto delante de los asistentes. Realizar, para su asombro impar, la creación renovada del mundo con los pocos elementos que la mente y la mano de Mallarmé había podido ir escribiendo en papelillos de ocasión. ¿Un libro para el mundo? No. Tantos mundos como libros posibles que deja el azar público---

(Según Octavio Paz, Los hijos del limo. Según lo entiendo yo, claro.)

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