22 de julio de 2007

Thomas Mann era un cínico

(22 de julio)

Debía atraerle bastante la figura del sabio, su santa indiferencia hacia el tormento de las pasiones, viéndose él en el espejo perfecto de un mar en calma, de aceite azul; o perdonándoles la vida igual que un matón de esquina a su víctima, tantos pasos ella por debajo de él con su boquita pintada de asco y dignidad. Alli el estoico, aquí el epicúreo. O eso pensaba, recordado de su vida anterior.

Le atraía a él, a X, recién salido de las páginas de la Krv, de un edificio de renta antigua de las ideas, y que se había tenido que acostumbrar a compartir con las telarañas y con el polvo.

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