14 de octubre de 2008

Hábitos

Un filósofo necesita un coche viejo y destartalado, para ir de París a las afueras o a la inversa. Se quiere, de esta imaginada forma, ser un poco jansenista y como de Eric Rohmer (Ma nuit chez Maud). Un filósofo con el vehículo descacharrado no es nada.

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El perro ve un amo ideal en aquel que no lo golpea. ¿Puede creerse?

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Intentaba acordarse de S.:

Si el alma es como el cuerpo, pero en otro orden (imagen, reflejo, idea o forma, etc.), de la humildad habrán de seguirse muchos males, y de la compasión de uno mismo la máxima tristeza, la práctica nada.


Spinoza, Ética, Orbis, 1984; p. 234, ed. y trad. de Vidal Peña.

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Un espíritu generoso ha de comportarse poéticamente con las proposiciones: de la misma manera que el poeta renuncia al cálculo de las cosas.

El mundo es abierto. Las interpretaciones no lo cierran.

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Hay una vanidad en el conocimiento que se sobrepone a la falta de esperanza. Trasladado a la acción, este sentir se obliga a despreciar el descanso como si éste fuera nada más que el calor mental de los débiles. Pensar o morir.

Ps. No se ha de conseguir nada, pero ésta no es razón para dejar de trabajar. ¿Qué es trabajo? No lo entiendo sino como una quiebra de la reflexión, del estar dos en uno en que la Arendt cifra el pensamiento, y al cifrar el pensamiento apunta a la moralidad que conoce sus límites y dice yo no lo haría. ¿Nos hace malvados la falta de respeto al séptimo día? Pero si nosotros celebramos continuamente la gaya materia.

2 comentarios:

Egoficción dijo...

Amica felicitas, sed amica vita

Egoficción dijo...

Nada, que hoy estoy juguetón: el mundo [y el hombre] está cerrado, y las interpretaciones no lo abren [ni lo mejoran].