11 de octubre de 2008

Lector

Serlo de calidad, no de cantidad. Como si ya tuviera uno que recoger algo. ¿Algo? ¿Una verdad? ¿Dónde se cosechan?

Igual que el impulso de narrar: la edad obliga. No se rehúye la obligación, por mucho que queramos racionalizar la cobardía.

Ps. Que no pase un día sin acordarnos de que los fastos del mundo son aborrecibles. Que quien es pobre es más.

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