Aún peor que la noticia de una catástrofe es ver las imágenes de los familiares. No puedo. No lo soporto.
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Veremos esto.
A.E. , tb.
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Por la misma razón que no cito a Pavese, tampoco voy a citar a A. Adamov (La confesión).
Formalmente diría que la herida que aguijonea la escritura (de ellos: Pavese, Adamov et al.) querría uno que fuese aquello que aguijonea lo que dice uno, el particular.
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Hay escritores que son como aplicados estudiantes de escritores, que tienen éxito pero no tienen alma, hagan lo que hagan. Todo lo transforman en literatura; i. e., en posibilidades de una ceremonia de premios.
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Pocas cosas habrá más encantadoras: observar una figura humana indecisa en un portal (y no por falta de vista, sino por falta de luz), y al acercarse comprobar que se trata de un niño que juega, con la inocencia de darse cuenta (él) de que hay algo que no funciona y tiene que pedir al padre que le ayude. (Qué mal me expreso, por Dios!)
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Falta algo en la autoficción socialdemocrática: un ambiente, alma, atmósfera. Lo que leo me lleva a ... , y ya está (a veces no es poco). Después tengo que seguir yo solo. Sé que siempre es así.
Pero Bernhard, Sebald, etc. son otra cosa, concediendo que cualquier texto ha de valer y pesarse. Verdades, no lecciones de estudiantes: esto queremos. ¿Qué decir de Pavese, Ionesco, Adamov, etc.?
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Buenos propósitos que se hacen para el año próximo:
Trabajar/vivir.
Relativizar/cuidarse.
Leer/conocer.
¿Sirven de o para algo? ¿No se excluyen?
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