2 de agosto de 2008

Deudas del tiempo, verdades formales

Había en mi pequeña ciudad un poeta, ya murió hace décadas, que logró una síntesis muy buena (escribía realmente bien) de falangismo y jrj.

(Verdad formal: su nombre es X.)

No debe ser tan extraña la asociación: los hombres nombran a sus anhelos, Eros quiere Ideas, Bien = Belleza.

Aunque estén equivocados, asentando su bondad en el mal (fascismo) o ignorando la maldad en el bien querido (comunismo ilustrado).

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Ay, Señor!, qué cosas inconfesables me tengo que leer: trascendentalismos y demás, conciencias sin yoes, etc. Husserls y Sartres. Qué poca vocación tengo.

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Salí, eso sí, más pobre que cuando entré (en el texto). Algo es algo: como salir librado o limpio de la ignorancia con la que entré en la escuela de lo trascendental. Pero no porque haya aprendido algo, sino porque he desaprendido lo que no sabía o sabía mal.

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(Links)

La generosidad de la mirada del paseante Walser.

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Por alguna razón* que en mi modestia me resulta inaccesible la editorial BackList ha reeditado el clásico de Agee/Evans (del primero el texto; del otro las fotografías), Elogiemos ahora a hombres famosos, que yo tengo en la edición de Seix-Barral de 1993. El libro está con su cubierta medianamente llamativa, el perfil de una cara endurecida o sufrida, con riesgo de que el curioso piense que se trata de una historia o crónica del star system. Su prudencia quizás le lleve a h/ojear el libro. Se desencantará: nada de actores. Pero que vuelva sobre sus pasos, cuando ya se ha alejado un poco, dispuesto a olvidar el libro, que vuelva y mire de nuevo, que lea al azar. Y que se arriesgue y lo compre. Quizás no lo olvide después. Cuando se atreva a leerlo, aunque a veces sea incómodo. Pero la mística mala uva solidaria de verdad vale la pena. La verdad vale la pena.

*Está claro el objetivo expreso de la editorial. Pero ¿cómo asumir ese riesgo? ¿Cuál es la razón de la razón?

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