Hay una foto de Queipo de Llano en la Sevilla conquistada por las tropas nacionalistas, acompañado por los comandantes Castejón y Cuesta Monereo, que a mí, que ni soy rojo ni nada, sino un pudibundo centrista (liberal por descreimiento de casi todo, hasta de los descreídos), que a mí, digo, viendo la cara del comandante Antonio Castejón Reinosa, impávido, vigilante, implacable, me dan ganas de salir corriendo de España y no regresar. Cobardía, claro. Delito capital.
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Será susceptibilidad, pero desde que he visto la foto (en la historia de la guerra civil de A. Beevor, publicada por Crítica) lo tengo claro. España no tiene remedio. Irracional, aun así lo tengo claro. Lo intuyo, eso es.
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También hay otra foto de unos números de la Benemérita (nacionalistas) apresados tras un enfrentamiento con fuerzas republicanas, que es, en los gestos de abandono físico y moral (van a ser fusilados), una imagen imborrable de lo que significa luchar y perder... la vida. (No sé decirlo mejor, pero no importa.)
A mí esto me afecta. A otra cosa. Por hoy.
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