El hombre -Adamov- vive su gran crisis personal a los cincuenta. En esa tesitura participa en todos los movimientos de liberación antiimperialista posibles. Que la salida sea el Partido Comunista y, a la vez, el alcohol, dice de lo fácil que resulta perder el sentido de la libertad y la decencia intelectual. Haciendo más valioso el libro de este tremendo personaje que vino de Rusia.
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La abdicación racional en el tránsito al siglo XX, a partir de una crítica o metacrítica (Marx) de cuño ilustrado, la reducción de la inteligencia individual a la participación muda en las ceremonias de la religión política... he aquí motivos de reflexión suficientes.
Por otra parte, que el origen sea ilustrado (aunque el origen sea un recurso mítico) debe formar parte de la explicación de por qué se intentan seguir salvando las intenciones del comunismo, ¿olvidando lo que tiene de religión, fe, creencia, superstición, etc.?
La reducción o abdicación mental del que vive para la ideología (ciencia de la historia, histomat) no se traslada a sus pequeñas manías. Adamov, por ejemplo, del que no se puede decir que sus manías sean pequeñas, ni que su crisis no sea de nacimiento (puesto que es la nota básica, la desgarradura, del s. h.), Adamov, digo, se escandaliza de las altas cargas impositivas a que el estado lo somete, a él, el marginal incapaz de ganarse la vida y que por artes mágicas ha llegado a hacer pública y prestigiosa su escritura teatral (junto con los otros dos de la profana trinidad: Ionesco, Beckett). Comunismo como religión de salvación de los hombres, capitalismo de la conciencia particular.
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Hay una irreflexión terrible en los intelectuales, que deben creerse (por intelectuales que son y se aplauden) más inteligentes y mejores que el resto. V. gr.: Adamov firma, con muchos más de lo que indica el número 121, la "Carta de los 121", que justificaba el terrorismo del argelino F.L.N. contra el terrorismo del Estado francés.
Esto es, que la memoria de los intelectuales nos sirve para calibrar (con documentos escritos y objetivos) la infamia del hombre. Contra el fuego, el fuego; quien mata a hierro ya sabe.
Todo correcto, si se entra en esta lógica. Lo ilógico está en pretender, al mismo tiempo, que uno tiene el corazón puro y desinteresado. Lo único puro es el odio---
Sorry: La Carta... no. El "Manifiesto de los 121".
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Aprensivo, siempre. Conviene viajar.
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