Termino de leerme, a salto de mata y con no mucho provecho, por mi culpa seguro, una novela de E. Waugh de título en castellano imposible hoy: Merienda de negros. La moraleja, si la hay, en forma de regusto amargo: la humanidad no tiene remedio, suspendida en una cuerda tendida entre el salvajismo y la indiferencia. Lo del amo y el esclavo, pero sin tercer día. Condenados a la reiteración del crimen.
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