Marcuditos es un dexado. Quiero decir un iluminado que fija su doctrina interior en la renuncia al mundo y sus voces. No hay lugar más apropiado para este desempeño privadísimo que el erial desértico donde han ido a parar su osamenta y pachorras. Los vecinos, no hechos a estas rarezas, sospechan, murmuran y denuncian, por ese orden. A veces creo que tienen querencia de fuego, y que añoran esas eras. ¿Cómo van a comprender sus rucias mentalidades las sutilezas de una weltanschauung que ha renunciado a la convencionalidad pública del lenguaje? Tiene Marcuditos T. como agente diabólico a Luis Witt precisamente por eso, y se lo imagina como primer inquisidor si cometiera el error de salir de su refugio y acercarse al castillo. En verdad que a veces da en pensar que no hubiera debido salir de Uruguay.
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