Adorno
Adorno
es un perfecto representante del filósofo que tiene más prisa por
cambiar el mundo que por comprenderlo. Se limitaba a detestarlo.
Detestaba el uso que hace la gente corriente de su tiempo libre. En
lugar de escuchar a Schoenberg, canta triviales canciones de verano, se
rinde a la nefasta «industria cultural» (el cine, la música pop, el
jazz, la televisión, las revistas, el automóvil… ) y se entretiene con
Walt Disney, «el hombre más peligroso de Estados Unidos». Adorno, como
todos los profetas de las modernas ideologías, era incapaz de amar a los
hombres tal como son. (G. Luri, en El Debate)
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