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13 de mayo de 2020
Anselmo Pedestre, de patria incógnita y cuyo acmé no acertamos a columbrar si ocurrió y en qué fechas, se encontró un día imposibilitado de hallar los vocablos que le permitieran afinar sus pensamientos acerca de las cosas, así dichas en general. Añadido al factum de que su temple metafísico no era bien mirado ni por vecinos ni por su parva parentela, esta condición menesterosa sobrevenida de su lengua y de su mente hízole desistir de oficio tan poco enjundioso, y abrazar el incierto destino de pregonero freelance. Ad maiorem gloriam populi. La sustancia en sí, por otra parte, nunca más fue fatigada por sus pesquisiciones torturadas.
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