A muy escasos filósofos inexistentes se puede atribuir tantos méritos como al venerable Arisclipo Montano, que vivió en siglos esenciales. Este Arisclipo catalogó, editó y realizó muy densos e iluminadores comentarios críticos (como hechos a través de una luz negra) de un conjunto de obras que Aristóteles, expresamente, no había hecho manar de su pluma (o con lo que escribiera).
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