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El texto de J. L. Brea, cuyo comienzo me parece extraordinario, es de 1992. Refiere a la historia, a las postrimerías de un siglo, el XX, signado por tantos incumplimientos. Refiere a la historia, revierte sobre la persona. No diré sobre su incumplimiento, sino sobre lo que llega.
Hace años, cuando yo me vi asaltado por el prurito de investigar (dar con, hallar otro tipo de razones, contribuir un poco por mi cuenta al ars inveniendi), en el afán de entender cómo los seres humanos dan sentido, coherencia, adecuación o lo que sea al relato de sus vidas (aunque fuera fingiéndolo, aunque fundamentalmente fuera fingiéndolo), me encontré, digo, con un extraordinario texto del historiador Javier Tusell: "Me morí el 28 de febrero de 2002".
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