A propósito de algo leído en G. L. (La escuela contra el mundo):
No encuentro nada más constante que las opiniones. Quiero decir: que vienen sin mayor motivo, pero que se repiten con una identidad de forma y fondo realmente admirable entre los distintos individuos. Así de fácil arraigan los prejuicios (esto es, las opiniones que han decidido quedarse en casa a vivir parasitando). Estos prejuicios, depurados, se denominan memes (como la hipótesis heliocéntrica, si nos ponemos a ello), y sobre esa depuración como fundamento se han construido las ciencias humanas/sociales y sus ansias de imponer un orden al mundo. No han realizado la utopía platónica, que podría ser una noche totalitaria, pero se aproximan a pasos agigantados (nos aproximan) a un radiante mañana de la necedad.
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