No, hoy no bajó la inspiración. Que venga cuando quiera, si quiere...
En la carretera de La A., a la altura del stop de esta mañana, me encuentro a D., el hombre pequeño y viejísimo. Parece ciego, o que no necesita los ojos. En sus pies debe ir memorizado el camino de asfalto. Anda por una línea imaginaria casi perfecta: la que corresponde al conductor que se figura, cuando va por su sentido de la calzada, que su cuerpo va justo por el medio---
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