24 de septiembre de 2010

Al hilo de

Yo pienso (oh ultravana presunción de los pronombres, esta persistencia en aseverar imposibles) que la autora del post tiene toda la razón, en fondo y forma, en sus comments. Está la calidad literaria, sí, que si se logra, mejor. Es innegable. Pero está también la expresión de lo que va surgiendo, que no tiene por qué ser tan literario. Pero esto último (la espontaneidad) realmente es lo que representa la marca del Diarista, su sello de autenticidad. Es decir, la posibilidad de salirse de los cauces de la calidad, para introducirse en los de la verdad. Con todas las reservas posibles acerca de qué sea la verdad, y si es accesible y si puede ser contada por alguien de algún modo. Desde Gorgias estamos hablando de la cuestión.

Se puede empezar con una figura, con un sentir estilizado, que relumbre... y se puede proseguir tirando del hilo, poniendo en el primer plano lo que de arbitrario y ocultador tiene el escribir por figuras, la adaptación al bello estilo. A fin de cuentas, cualquier asunto humano se presta a darle mil vueltas, argumentos contra argumentos. ¿Por qué, en virtud de qué coherencia de academia, debería respetarse la convención literaria?

Aunque yo sí que le exigiría (oh vuelta de la presunción) al blog, para que deje de ser un Diario vergonzante, que renuncie al anonimato y que ponga su nombre y su cara propia. Alcanzaría de ese modo su mayoría de edad, su derecho a poseer carta de ciudadanía literaria---

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