8 de septiembre de 2010

Honradez intelectual, II

Hasta cuando se cogiera al azar, en uno de esos paseos vespertinos por el campo que emprende para su solaz el espíritu en sombra, una hoja volandera, levantada por un viento suave, y que contiene la interpretación probable de tres o más sucesos, hasta en ese incidente debería el lector mostrar su rigor moral. Para concluir que no existe una solución deducida única de la cadena de hechos, que no hay un único hilo que enhebre los acontecimientos. El lector rigoroso (yo) se preguntará, además, de qué sirve esta resolución formal.

No hay comentarios: