12 de enero de 2009

Tras Pavese

La falta de razón no debe buscarse complejos vitamínicos, perder el tiempo en mundos y en bellezas. Debe, ¿homeopáticamente?, servirse el veneno, hasta apurarlo; por ver si así tiene cura.

Ps. No creo que la cura dependa de la negación de la moral. Un sí a la vida nada solucionaría. Esto es: no que Nietzsche afirme la naturaleza contra el miedo; sino que los moralistas afirman la conciencia contra la mendacidad de los nietzsches habidos y futuros. El círculo del tiempo, la supuesta denegación, nada puede.

Un sí a la vida, consciente, decisionista, muestra la máxima eficacia de la razón, justo cuando está a punto de estallar. En eso, en la valoración de N. en tanto omega de la metafísica, en tanto última hoja del árbol que Descartes plantó de nuevo, Heidegger lleva su verdad. Lo que sucede es que se trata de una eficacia postrera, del último calor de un rescoldo de un fuego que abandona (el alma que desaparece al desencuentro de un dios). Nihilismo -opina.

2 comentarios:

Egoficción dijo...

Conforme en todo menos en lo de la cura homeost´`atica. Cura siempre hay, pero no se desea por una enfermiza honestidad.

Egoficción dijo...

El sí a la vida es una 'eficacia postrera'. De acuerdo. Nada soluciona a ciertos espíritus que, como dice Pessoa, se posicionan en la nada y el abatimiento como último reducto (decente) de la felicidad (imposible).