17 de enero de 2009

Beliefs, II

No hay jerarquías textuales, ninguna Bolsa en la que coticen los clásicos: el juicio estético objetivo yo lo veo imposible (pero yo ¿quién soy?). Ahora bien, restado el adorno de la sonoridad, la cosmética de las ideas, quedan en lo escrito los valores de la ideas, en los que se está desde hace poco menos de tres mil años.

Se está... ¿Realmente? Porque con la intención de verdad se juega según el plácet de cada uno. Se explica de esta manera el absurdo de una opinión pública servida por la prensa, que es la institución social donde cristaliza el partidismo.

Pero no se defiende, yo no defiendo, una verdad común de facto (lo que sería como una imposición absurda y dictatorial de unos monos evolucionados), pero sí (qué más da lo que se defienda!, si se está vivo y en el error) una intención de verdad previa y posibilitante de la razón: un solo imperativo hipotético, como una materia de la que se nutre la forma de la razón. (Entendiendo por forma de la razón aquello que sucede en las conversaciones que no se acaban, y que constituyen la matriz de una ciudad por aquello de la philía.) Un solo imperativo de la fe, una condición: si vis rationem... Porque desde la razón se salta, pero a la razón también, lo cual no es nada fácil ni generalizado.

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Al genio de Descartes puede que le pertenezca el haberse apercibido de los riesgos de la reflexión: se levanta el edificio de la mathesis para protegerse unos cuantos de las neurosis y crímenes que iban a envenenar la vida en las ciudades, una vez que los teólogos hubieran sido arrojados de los púlpitos, y los ídolos de los pedestales. Efecto indeseado de la luz natural. Esto lo ve Nietzsche en Platón (la decisión medrosa de autoprotegerse). En Descartes sucede igual. Qué no decir de Spinoza!

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No pesa la angustia: la angustia es lo grave que tira; como una fuerza entre dos, en la que el mundo es más poderoso.

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Si no se sufre con lo escrito por otro, hasta la náusea, difícilmente será uno digno de escribir nada. La alternativa es que te dé igual lo que otro escribe. Lo que pasa es que esta postura más sana no siempre es factible.

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