16 de enero de 2009

Beliefs

No creo que haya una subjetividad que valga la pena si ya es mostrada -pública e impúdicamente- en vida. Cuestión diferente será la del valor de la escritura -obra o síntoma- que dé testimonio de la desvergüenza (¿contará la modestia y el no aparentar?). También si hay alguna piedad que la acoja.

Pero lo que sueño no me da certeza ni siquiera indirecta de lo que vivo: los cigarrillos que se fuman en el sueño y el saber que estoy incumpliendo con la decisión de dejar de fumar, pero ya hace muchos años que dejé el vicio; la culpa porque se están faltando demasiados días al trabajo y no se sabe qué excusa poner, pero realmente no se falta. Yo no querría fumar ni ausentarme del lavoro. Entonces, ¿qué significa? Demasiado sencillo considerar que el mundo soñado vivencia los deseos no confesados de transgredir las normas. El protagonista del mundo de noche no va a ser el deseo, no, sino la culpa. Por esa razón, cuando eres perseguido en el sueño por las personas que te aman, no es el deseo o la fuga a lo diferente el tema de tu soñar, sino que tú mismo te castigas por lo hecho o por lo omitido. Por tu mero existir.

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En torno a las conversaciones:

Las expectativas vitales nos han convencido de que para todo efecto indeseado existe una respuesta posible. Quizás no, a lo peor no, y los hechos se muestren tozudos y nosotros nada podamos. Los hombres siguen siendo tan mortales como en el silogismo; y aunque se eternizaran las personas, la felicidad de los dioses prevista para esa ocasión, por fin alcanzada tras tanto dolor, puede que no sea más que el negativo de todo lo que contiene el tiempo. Un producto de la imaginación y un consuelo infalsable.

Siendo inmortales, la felicidad seguiría siendo contingencia pura, desde el momento en que la conciencia de los hechos y los medios adecuados para los fines (si quiero ser feliz debo hacer X) pase por el juicio veleidoso -llámese libertad-, que se da al demonio de sólo pensar en que sus actos son como los eslabones de una cadena. Porque puede que no haya más felicidad que en el absurdo: en el ser irreflexivo y falto de conciencia.

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Eudaimonía.

Pero Kant funda el hecho moral, de iure, a cambio de hacerlo imposible de facto. ¿Por eso se habla de faktum, para colocar un inexistente tras un latinismo? La moralidad kantiana se basa en un imperativo hipotético: si quieres tener buena voluntad, respeto a la ley, etc. debes huir de las inclinaciones, aunque fueran útiles o beneficiosas. Lo que sucede es que esta vida de ángeles está prohibida para las almas encarnadas, sea la materia propia de ellas (genética) o por influjo del cuerpo sobrevenido (ambiental). Por lo tanto, nunca se puede excluir la existencia final de una inclinación a-moral detrás de tanto velo (detrás de las caras superpuestas de la persona: roles, obligaciones o lo que sea).

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Laurie de Bill Evans en deezer (un descubrimiento esta página).

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Rilke (Libro de horas, Hiperión, trad. de J. Munárriz) & Rolling Stones (versiones). Así tengo yo la cabeza.

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De una conversación amistosa de esta tarde: la ocurrencia de que valen la pena pocas cosas en literatura. Pavese, Pessoa, Rilke; filósofos aparte. Más autores, es verdad. Pero no lo que escriben otros sobre ellos. Por lo tanto: tampoco lo que escribimos nosotros, unos otros, sobre ellos.

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