Pues vamos a seguir siendo demagógicos (C. A. M., en El Mundo):
La memoria histórica de hoy es Sara Bravo. Una joven /médico/, en su plenitud, que no recibió compañía alguna más allá de la familiar en su sepelio. Max Weber decía que, en una democracia, la gente elige al líder en el que confían –en nuestro caso ha sido contranatura– y entonces el dirigente electo dice: «Ahora callaos y obedecedme», ni las personas, ni el partido disponen ya de la libertad para interferir en sus asuntos.
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