Merced a ese magnífico reservorio de saber aulogeliano que es el enredo de internet, me entero (neorrabioso) que hay papel hecho para durar 500 y hasta mil años. Supongo que gran parte de los libros actuales servirá dentro de como mucho 100 años, como pienso para polillas, en lugar de para cerebros.
Los libros poseídos, por nosotros o por el diablo, no son terrenos ni casas heredables, sino un melancólico signo de la vanidad. No es que no podamos ser sabios, sino que ni de albaceas figurados de la sabiduría de los otros podemos ejercer.
Pero como da igual hacerse con libros que deshacerse de ellos, pues de momento los adquirimos.
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