Dedica sus ocios hebdomadarios (sábados por la tarde, domingos por la mañana) a una refutación pormenorizada -no puede quedar un cabo incólume, toda piedra del castillo deberá ser reintegrada a polvo- del execrable ejemplo que ingenió el hereje Putnam para injuria de los católicos, sabiendo que la sustancia espiritual de estos inhiere en el carácter inconcuso, en el seno de su sistema credencial, del nominado por el abate Kant argumento ontológico: el ejemplo de los cerebros en los lebrillos como reino imaginario, satánico, de la humanidad. Y por ahí sí que no...
No hay comentarios:
Publicar un comentario