Entonces se trata del viejo memento mori, la calavera del monje sobre la mesa, puesto al día. ¿Y de qué sirve? Todo se retrotrae a aquellos existencialistas alemanes que explican lo bien que sienta el miedo, cómo libera de la distracción, da libertad y hace auténticas a las personas. Ya no hay Dios, pero Muerte, sí. Ese es el cuento que narran. (S. Bellow, Herzog)
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