Viaje no demasiado productivo a la capital. Día destemplado. Mucha gente de compras. Un par de libros casi al azar. Uno de ellos acerca de libros
prohibidos malditos y similares, el otro acerca de viajes literarios. Me pareció que en la librería, M., sonaba algo de Bill Evans. Aborrecimiento de coche y de coches...
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