Encarnó la idea, la incorporó a su sangre, la radicalizó. Creía que los motivos cartesianos para dudar de las ideas sostenidas por las personas había que extenderlos a las personas que las sostenían. Así, detrás de cada imagen, idea, razonamiento erróneos se encuentra pecado. Nada más que pecado. Aunque el nombre de esa raíz retorcida de los actos da igual.
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