26 de enero de 2021

 El instante pertenece a la línea trazada,

sigue recto y tuerce derecho,

siguiendo un arco triunfante

-vienen lejos los turistas ebrios,

gritando con sus luces-,

el que decide la costumbre,

la memoria y las manos

-tú eres un hombre adulto,

conoces el camino-.

Sigue recto, pero esquiva el golpe,

el instante corresponde

a un punto determinado de la línea.

 

Los libros, sabios mostrencos, hacen los cálculos,

esos extraños signos que vienen por el aire.

Invisibles son los signos de ahora,

anuncia el escritor novel,

aunque esto es un argumento diferente,

ya en la ciudad, cuando los cálculos

han dejado de tener valor, cuando solo sirve

la hora presente. El libro ahí está,

abierto por una página, que no deja tranquilo.

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