Esto...
El paraíso de hormigón y granito
Con el que sueñan los que hacen los desmontes,
En cuadrículas perfectas trazado,
Con abundantes botellas de licor servidas al gusto de los comensales,
Para suplir la ausencia de árboles y soportar este aire acelerado que baja de los cerros profanados.
El castillo arriba, ahora deshabitado de caballeros y turistas, y no digo el nombre de la ciudad porque no existe,
Aunque podrías pensar en una quimera con cuerpo de J. y alma de A., sin querer yo establecer prelaciones en estos severos asuntos de la composición imaginada de urbes y realidades.
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