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7 de junio de 2020
Cree Juan Jiun que el hábito sí que hace al monje - pues que la versátil paremiología es más veraz al fin que los presuntos dones de natura-, y que para el ortodoxo entendimiento del mundo y sus seres, los inertes como los racionales, los de arriba como los del inframundo, conviene a las autoridades cívicas promulgar disposiciones sabias relativas a cuestiones como la presencia e indumentaria de la gentes (esto es, su sustancia aparente). En ese orden de materias, sostiene Juan, cualquier precaución es poca, pues el trapo que aprieta, acaba por ahogar el pensamiento. Asimismo la música, que también viste aliquo modo a personas y colectividades, debe huir de las gravedades de los sones catedralicios y buscar más los pífanos del divertimento. Parece prudente la recomendación metódica del calipso vs. las severidades antañonas y periclitadas de cantos sagrados y sinfonías burguesas. Cualquier novedad se considera bienhallada, inclusive en el ámbito del decir más cuotidiano. En eso podemos acordar. Exaspera un ápice, sin embargo, el precepto vestuario que quiere implementar el novator Jiun: el uso de bermudas en el interior de la noble ciudad burgalesa en que mora.
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