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8 de junio de 2020
Beltrán del Espino es fogonero honorario del viejo ferrocarril. Así que tiene tiempo de sobra para darle al caletre. Sentado con su pipa en un banco de la estación, piensa en que el mundo rebasa el ejemplo de su tren, y por eso no acaba de comprenderlo. Al mundo, no a su tren, que en su rastro de humo en noches de niebla muestra el sello de un sentido monocorde, confiable. El reloj confirma sus esperanzas de hombre asentado y sereno. Hace frío y el tren se pierde al fondo, esta madrugada. Pero el mundo es otra cosa, un orden que se contradice a sí mismo. Sí, el fogonero está convencido, y seguro del todo cuando el tren está ya fuera del alcance de su mirada de búho y no le queda más que su alma de ferroviario: este orden que forma parte del mundo lo condena al sinsentido, o al sinporqué. Cosmos es un atrevimiento de inconscientes. En realidad lo que hay es el abismo, si bien lo piensas.
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